viernes, 25 de marzo de 2011

El principito.


- Adiós - le dijo a la flor.
Pero ella no le respondió.
- Adiós - repitió-
La flor tosió, pero no era a causa de su resfriado.
- He sido una tonta - dijo por fin- . Te pido perdón. Trata de ser feliz.
Le sorprendió la ausencia de reproches. Permaneció completamente desconcertado con el recipiente de cristal en la mano. No comprendía aquella dulce calma.
- Yo te amo, sí - dijo la flor-. El que tú no supieras nada de ello fue por culpa mía; pero no tiene importancia. Tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz... Deja esa esfera de cristal tranquila; ya no la necesito más.
- Pero el viento...
- No estoy tan resfriada como para ... el aire fresco de la noche me irá bien. Soy una flor.
- Pero los animales...
- Es necesario que soporte dos o tres orugas si quiero conocer las mariposas. ¡Parece ser que son verdaderamente hermosas! Y si no ¿Quién me vendrá a visitar? Tú estarás lejos. Y en cuanto a las fieras, no les tengo miedo, tengo mis garras.
Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Acto seguido agregó:

- Anda, no te quedes así. Has decidido irte, así que vete ya.

Y es que la flor no quería que el principito la viera llorar. Era una flor tan orgullosa...

[...]

"¡En aquel entonces no supe comprender nada! Debía haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Ella me proporcionaba alegría y aroma. Jamás debí haber huido. Debí adivinar su ternura, tras sus inocentes mañas. Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla."




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